Esplendor «morao» en la tarde del Viernes Santo
La tarde del Viernes Santo es sinónimo de Pasión y de esplendor. Horas antes de que comience la procesión de las Tres Caídas, la más multitudinaria del año en la localidad, resulta difícil encontrar un hueco en las aceras de esa Vía Dolorosa en la que se convierten las calles alhaurinas. Calle San Sebastián es un mar de gente. Un ir y venir de alhaurinos y forasteros que a partir se las 17:00 horas espera el tradicional pasacalles de hombres y mujeres de trono y personajes de nuestras representaciones. En la Plaza Nueva, la gente se apiña esperando el comienzo de la Entrega de la Cruz. Poco antes, a las 17:45, y una vez concluidos los Santos Oficios, tiene lugar en la Ermita de San Sebastián un acto simbólico y muy emotivo. El encendido de la II Vela Solidaria de nuestra candeleria, concedida a la Fundación «Andrés Olivares» de Málaga.
Tras una mañana de incertidumbre, se respira cierta calma en la multitud. El sol brilla, en un cielo limpio y azul, y a las 18:00 horas, el momento exacto y previsto, con una impecable puntualidad, puede comenzar la tragedia del Viernes Santo. La segunda parte del Juicio de Jesús ante Pilato y la Flagelación, Condena a Muerte y Entrega de la Cruz. Las mismas escenas de siempre y las mismas preguntas de siempre. También la misma emoción, y el mismo esplendor.
Y, tras la representación, llega el momento más esperado. Un nazareno Pide la Venia al Hermano Mayor, y acto seguido golpea el picaporte de San Sebastián. Se abren las puertas de nuestra Ermita.
La Cruz Guía anuncia nuestra presencia en las calles. En la Plazoleta, los Toques de Honor a nuestros Sagrados Titulares corresponden a nuestra Pregonera María Teresa Santos Aragón, Trono de Jesús, y al Ilmo. Sr. D. Enrique de Viveros, antiguo Coronel de N.H.M.H el Tercio «Gran Capitán» I de La Legión de Melilla, Trono de la Virgen del Mayor Dolor.
Las calles son un hervidero de gente. El «Jesus» se encuentra con el Cirineo y cae por primera vez en Calle San Sebastián, antes de encontrarse con su Madre a nte la multitud expectante. En la señorial Calle Real, la Verónica enjugará su rostro gritando «Milagro!», antes de que se vea a parecer, junto a la cruz, a las Mujeres de Jerusalén.
La caída de la tarde sorprende a la luna llena coronando la cabeza de «Padre Jesús» en su camino por la Calle de la Cruz. Como antes lo habían hecho, en Calle San Sebastián, los rayos del sol. Son, sin duda, las mejores potencias de nuestro Sagrado Titular.
En la procesión figura la reliquia del Santo Lignum Crucis cuyo culto público fue autorizado a nuestra Real Hermandad por la Parroquia y por la Diócesis en el año 2008. A los pies de la Virgen del Mayor Dolor, y en su relicario, también están las reliquias de San Roque y Santo Domingo de Guzmán.
En la Plaza Alta, el «Jesus» cae por segunda vez. El trono de «Padre Jesús» avanza majestuoso, cubierto por lirios, a los sones de los «Boinas Morá», posándose sobre el suelo, en señal de recuerdo y homenaje, ante el Bar «Sardina» y la casa de José Guerrero.
María Santísima del Mayor Dolor, ataviada con flores rosas, blancas y moradas avanza tras Él. En su cintura, la faja celeste de coronel. A su paso, llueven petaladas desde el cielo. Un frío viento apaga las Velas Rizadas y el resto de la candeleria. La Dolorosa hace el recorrido por el Callejoncillo con música de capilla.
Poco después, «Padre Jesús» y su Madre se encuentran junto al Antiguo Cuartel. Suena «La Madrugá» de Abel Moreno y nuestra hermana Marina Badia sella el mágico momento con una saeta. El público, que pese al desapacible viento y el frío quiere asistir al Encuentro, aplaude emocionado.
Poco después, los tronos vuelven a la Ermita de San Sebastián. Había sido, otro año más, un histórico y multitudinario Viernes Santo.
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