Viernes Santo: “Padre Jesús” y “María del Mayor Dolor” más cerca que nunca
Jesús Cautivo está ante Pilatos, él se niega a condenarlo, y por ello: “me lavo las manos ante vosotros en señal de que soy inocente de la muerte de este justo”. Con la Cruz sobre su hombro Jesús camina hacia El Calvario: “¡Oh, dulce Jesús! /Danos fuerza para mirar la cruz con tus ojos, buscarla con deseo y abrazarla con tu amor/ Gloriándonos y no descansando hasta morir en ella….”. Su madre, María camina tras Él, todo lo cerca que se lo permiten, con el dolor insufrible de una madre, sabiendo lo injusto de la escena, pero afligida tal Dolorosa… Cuadro propio de la tarde Viernes Santo que, nuestra Real Hermandad ha conseguido reflejar en el Culto preparado en el interior de la Ermita de San Sebastián desde primeras horas de la mañana de este especial Viernes Santo, al que no estamos acostumbrados.
Abriéndose paso entre los iris salvajes, las mini calas, los claveles púrpuras, los jacintos y las orquídeas vanda… y en medio del olor incienso, y de la presencia controlada de los hermanos y devotos… “Padre Jesús” lleva su cruz, más cruz que nunca, más comprendida, entendida y compartida por los presentes, que elevan su rezo silencioso y solemne a Él y a Ella, María Santísima del Mayor Dolor, elevando un Ángelus en su honor como muestra de cada una de las numerosas oraciones, peticiones, ruegos y súplicas que este Viernes Santo han quedado para siempre en la esencia eterna de la Ermita.
Ermita que a lo largo del día ha sido un ir y venir de almas, de amor, de afecto, de devoción, de admiración, de respeto, de lágrimas y sonrisas, de veneración, de decoro, de rendimiento, de fe con mayúscula y de esperanza en la próxima Resurrección.
El deseo de vivir la tarde del Viernes Santo, la añoranza de sentir lo que sentimos los hermanos y hermanas de “Jesús”, en esa única e indescriptible Tarde, las ganas de acercarnos lo más posible, no sólo permanecer al lado de Nuestros Sagrados Titulares, sino respirar incienso en la calle, escuchar música solemne, oír enaguas, percibir y rozar túnicas morás, que nos brille la mirada al brillo de enseres… Acercándonos a todo esto es lo que ha querido nuestra Real Hermandad, por lo que además de abrir al pueblo las puertas de la Ermita de San Sebastián, lo que así lo han deseado se han podido acercar a la exposición de todo nuestro patrimonio y “lujo procesional” en la Casa de Hermandad, tanto el Viernes como el Jueves Santo. Allí junto a enseres, estandartes… Los asistentes también han podido contemplar el vestuario de los personajes de las Representaciones en Vivo.
Personajes, que al caer la noche, fueron los que pusieron su voz, una vez más a la Catequesis “morá”, al rezo de los hermanos y hermanas, de una forma diferente, siendo ellos y ellas sin interpretación, pero llevándonos, con sus jóvenes palabras, con sus plegarias por el Vía Crucis de la Vía Dolorosa de Jerusalén, sin salir de la Ermita de San Sebastián, ellos y ellas protagonistas una vez más, nuestros jóvenes, que aguardan con esperanza e ilusión la llegada de otro Viernes Santo para poder representar nuestras creencias y nuestra fe “morá”.
Y con esta esperanza, este deseo de resurgir, Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima del Mayor Dolor y la Ermita de San Sebastián, al acabar este Viernes Santo se preparaban ya, para la llegada del Sábado de Gloria y del Domingo de la Resurrección: “…¡Dios te salve, oh árbol de la vida!/ por cuyo fruto todos los mortales/podemos alcanzar la vida eterna.”.
La Real Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno agradece la compresión y colaboración a cada uno de los hermanos y hermanas, y la extiende a todos los vecinos y visitantes por respetar en todo momento las normas que se han tenido que seguir debido al COVID-19.
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