El triduo del Día de Jesús dio comienzo con una eucaristía dedicada a los hermanos y hermanas más pequeños
Lunes 4 de junio. Llega, por fin, uno de los días más esperados del año. Uno de esos lunes que todo hermano y hermana de Jesús tiene reservado en su calendario como cita ineludible a la que no se puede faltar. Como punto de partida, de parada y de encuentro que rompe nuestra vida cotidiana. Una cita obligada con nuestra Fe nazarena, la amistad y nuestras tradiciones.
Puntualmente, a las 21.00 horas, el Hermano Mayor y la Junta de Gobierno abren, por fin, las puertas de San Sebastián para que el numeroso público congregado pueda acceder a nuestra capilla. Y llega la primera sorpresa de la noche y, también, del Día de Jesús. La decoración del Altar Mayor. Soberbia, elegante y exuberante. Con flores exóticas en tonos rojos y morados que trepan hasta el ático del retablo queriendo, exaltar la grandeza y la majestad de nuestro Jesús, ese “Señor del Gran Alhaurín” al que cantó el inigualable soneto del capitán músico de La Legión J. Martínez. Una delicia para los sentidos que es unánimemente aplaudida por los hermanos y hermanas presentes y que se ha debido, tanto a un cuidado estudio como a la magnífica labor de Pinsapo, una de las empresas más prestigiosas de Andalucía en lo que a exornos florales de Hermandades se refiere, y que cuenta entre sus clientes con entidades tan señeras como el Paso y la Esperanza de Málaga, y numerosas cofradías sevillanas.
El Acto Penitencial da comienzo. Son decenas de hermanos y vecinos los que desean recibir el Sacramento de la Confesión para comenzar la Fiesta Mayor de la Hermandad perdonando y siendo perdonados, como nos enseña el Padrenuestro.
Y a las 22.00 horas llega, por fin, el momento. El Hermano Mayor toma la palabrainvitándonos a ser, estos días “buenos Cirineos de la Cruz Dorada de “Padre Jesús” y a poner “lo mejor de nosotros mismos para disfrutar, y que todos disfruten, de nuestras Fiestas Nazarenas”, sin olvidar, en la medida de nuestras posibilidades, la práctica de la caridad, la oración y los sacramentos en unos días que estarán marcados por la Fe de nuestra Iglesia y “el sencillo ejemplo de nobleza, honradez y respeto a los demás que nos enseñaron nuestros antepasados, al que siempre hemos sido fieles”. Con la voz llena de emoción afirma que llega, de nuevo “el momento soñado” por toda una Hermandad y por todo un pueblo antes de que suenen los primeros ecos de nuestro Coro.
El Padre Javier, nuestro Párroco y Director Espiritual, oficia una Eucaristía impecable, dedicada, como todo el Triduo, a la Palabra de Dios. Y en concreto al versículo “Dejad que los niños se acerquen a Mí”. Decenas de pequeños niños y niñas de la Hermandad participan en una celebración que pone énfasis en cómo los hermanos y hermanas de Jesús comienzan, desde muy pronto, a conocer las enseñanzas y la figura de Nuestro Padre Jesús Nazareno, formándose en unos valores cristianos de los que, desde hace siglos, somos escuela.
A la finalización de la Eucaristía, decenas de ellos marchan por el pasillo para recoger una estampa con la imagen de Jesús. Y llega la sorpresa. El Padre Javier recibe, a los pies de “Padre Jesús” y de manos del Hermano Mayor, nuestro sincero agradecimiento por su labor pastoral junto con un regalo muy especial con motivo de sus Bodas de Oro como sacerdote. Se le hace entrega de un crucifijo plateado de escritorio que agradece emocionado. Es nuestro pequeño obsequio a quien, desde la sencillez, hace posible nuestro día a día como parte de la Iglesia.
Como novedad con respecto a años anteriores, muy bien acogida por el público y que ayuda a la mejor difusión y conocimiento de nuestra gran Fiesta anual de Gloria, en este primer día de Triduo, se lee y se reparte nuestro Programa de Actos y Cultos, cargado de estrenos y con grandes nombres, en lo musical, para los días grandes del fin de semana.
Lo celebramos, todos juntos, combatiendo el calor en la verbena del Patio de Correos. Con alegría. Con emoción. En Hermandad. Ha llegado el Día de Jesús.