Adiós a Antonio Garrido Moraga
24/01/2018  //  Por:   //  Noticias  //  Sin comentarios

El pasado martes 16 de enero Málaga despidió, emocionada, a uno de sus hijos más queridos.

Con 63 años nos abandonaba, de manera temprana, el genial intelectual, insigne cofrade e ilustre político D. Antonio Manuel Garrido Moraga. Una de las personalidades más brillantes que ha dado la ciudad en el último medio siglo. Dos veces Doctor en Filología Hispánica, profesor titular de las Universidades de Málaga y Sevilla y profesor visitante en múltiples y prestigiosas universidades europeas y norteamericanas que sería largo enumerar, Director del Instituto Cervantes de Nueva York y de la Fundación María Zambrano de Vélez-Málaga y Teniente de alcalde de Málaga entre 1995 y 2000, en la actualidad era  parlamentario andaluz.

Pero nuestro buen e inolvidable amigo Antonio no sólo destacó en los campos de la cultura, la docencia universitaria y la política. También lo hizo en el de la Semana Santa. No en vano, en Málaga era archicofrade de nuestra corporación hermana del Paso y la Esperanza Coronada, de la que fue Secretario y Teniente Hermano Mayor, y también de la de los Dolores de San Juan.

Consumado orador, supo cantar como nadie la grandeza de la Semana Santa malagueña creando escuela con su Pregón de 1987, uno de los más memorables que se recuerdan.

A el le siguieron los de otras ciudades de honda raigambre cofrade como Antequera, Ronda, Archidona o Vélez-Málaga y, como no, el que ofreció en 1995 a nuestra Real Hermandad en el Teatro-Cine San Francisco, sin duda uno de los mejores de cuantos se han pronunciado en la localidad. También presentó magistralmente, en 2011 y en 2014, los Carteles Anunciadores del Día de Jesús.

Inconfundible. De verbo fácil y mirada inteligente. Jovial, afable y elegante, solía ir ataviado con una característica e inconfundible pajarita. Tan expansivo y llano como culto y refinado, Antonio era un gran amigo de todos. Pero muy especialmente de quienes lo admirábamos y éramos para el «sus Moraos» de Alhaurín el Grande ya que nos mencionaba, frecuentemente y de manera cariñosa, tanto en sus intervenciones para los espacios cofrades de radio y la televisión como en sus magníficos artículos en «Pasión del Sur», suplemento semanal de Diario «Sur».

Conocía profundamente a nuestra Real Hermandad, que quiso y admiró, al menos tanto como fue querido y admirado por nosotros. A las puertas de San Sebastián llegó de la mano de otro grande, Luís Méndez, a quien el pasado Otoño dedicó uno de sus últimos artículos con motivo de su repentino fallecimiento en Oporto.

Además de todo lo escrito, y por si esto fuera poco, Antonio Garrido era un enamorado de nuestro pueblo que conocía a la perfección e hizo suyo participando, plenamente, tanto de sus tradiciones como de su vida social y cultural… Cuánto tenemos que agradecerle los alhaurinos y las alhaurinas en este sentido!…

A su funeral en el Cementario de San Gabriel acudió toda la Málaga política, universitaria y cofrade, estando nuestra Real Hermandad representada por nuestro Vicepresidente Primero, D. José Jesús Solano López y por nuestro Hermano Mayor, D. Salvador David Pérez González, que estuvo presente junto a los Hermanos Mayores de las Hermandades malagueñas de los Dolores de San Juan, Rescate, Piedad y Esperanza, además del Presidente de la Agrupación de Cofradías.

Se va el inolvidable Antonio Garrido Moraga. Aquel orondo nazareno verde, de corazón «Morao» y alhaurino. Se va, pero nos quedará siempre en el recuerdo, como el característico y sonoro eco de su voz y el ritual y metálico tintineo de sus brindis de Jueves Santo al infinito, que realizaba junto a sus amigos en campana de plata y con vino de consagrar antes de que «su» Virgen de la Esperanza Coronada saliera a las calles malagueñas. Que Ella y «Padre Jesús»  te acojan en el cielo, amigo y hermano. Que la tierra te sea leve. Gracias por todo en nombre de nuestra Real Hermandad, cuyas glorias nazarenas cantaste magistralmente. Ha sido un honor haberte conocido y admirado. Descansa en la Paz de Jesús y en los Cielos de nuestra memoria más morada.

 

 

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